lunes, 26 de noviembre de 2012

V Reto Tía Alía: Soldaditos de Pavia

Como ya sabéis, el último lunes de cada mes, participo en el reto de las Recetas de Tía Alía, ya vamos por la quinta edición y espero que queden muchas ediciones más porque este reto me tiene enganchadita desde hace ya tres meses. Si quereis participar sólo teneis que estar pendiente de sus publicaciones porque a primeros de mes Carmen publica en su blog dos propuestas, una dulce y una salada, escogida de entre todas las recetas del cuaderno de su tía Alía. El grupo está totalmente abierto a todo el que quiera, así que si te decides, solo tienes que confirmarle a Carmen tu participación. El resto ya es coser y cantar, y preparar tu propuesta con muuuuucho cariño para publicar el último lunes del mes.

 
Es un reto en el que me encanta participar porque de una misma receta veo la cantidad de variantes que se pueden hacer, cada uno la interpreta con total libertad, así que cuando ando fotografiando o editando el post, me pregunto continuamente cómo les habrá salido a mis compis retantes. No se si al resto les pasará igual que a mi, pero yo espero siempre con muchas ganas que llegue el día para ver las fotos y las dificultades que se han encontrado el resto de blogueras participantes para aprender y mejorar la receta todo lo que se pueda con la ayuda de sus post.

 
Esta vez me he decantado por la propuesta salada, porque el ingrediente estrella era el bacalao, que en casa nos encanta. Se trata de unos Soldaditos de Pavia, que me recuerdan mucho a los tipicos palitos de merluza, pero con un sabor mucho más intenso, sabroso y jugoso y ese toquecito a limón que me encanta... El rebozado es sencillamente espectacular!! Tendríais que haber visto a África como se lo comía, estaba disfrutando al máximo. Sin duda una receta para grandes y pequeños, de éxito seguro.


 Ingredientes:

- 3 lomos de bacalao desalado
- 100 gr. de harina
- 1 vasito pequeño de agua
- 1 clara de huevo
- Sal
- Perejil
- 1 limón
- Aceite

 Preparación:

Cortamos el bacalao previamente desalado en trozos un tanto gruesos (tipo palitos de merluza) aunque esto dependerá del gusto de cada uno. Lo escurrimos bien y quitamos el exceso de agua con un papel absorvente. Reservamos.

 
Mientras, vamos preparamos el rebozado mezclando la harina, la sal y el perejil muy picadito con un poquito de agua. Vamos añadiendo el agua poco a poco hasta conseguir el punto que queremos de la masa. No debe quedarnos una masa muy líquida porque se nos desparramaría todo al freír, su consistencia debe ser similar a una crema con cierta consistencia para que quede bien aderida al bacalao. Opcionalmente podeis añadirle a la masa unas gotitas de limón. Reservamos.

 
Una vez tenemos la masa hecha, montamos una clara a punto de nieve y mezclamos con la masa anterior de forma envolvente, para que no se baje y nos quede un rebozado esponjoso por dentro y crujiente por fuera. Ya sólo nos queda pasar los trozos de bacalao por la masa y freirlos en abundante aceite caliente.
 

 
Como veís, queda un bacalao tremendamente jugoso por dentro, creedme a pesar de su sencillez esto es un bocado de lo más exquisito!!!
 
Feliz lunes!!

jueves, 15 de noviembre de 2012

Migas de Pastor o Migas de Pan

Cuando era pequeña, recuerdo perfectamente, que los días de mucha lluvia en casa se comían migas. Daba igual que mi madre tuviera preparado o pensado otro menú, si ese día amanecía lluvioso, ese día se comían migas!!!



Imagino que el motivo fundamental para "obligarnos" a preparar este magnifico plato que tanta fiesta le hacíamos mi hermana y yo, era que siempre hemos vivido en ciudades sureñas, por lo que los días lluviosos eran más bien escasos, de manera que desperdiciar un día así comiendo cualquier otra cosa era una aberración para nuestros estómagos.


Y si encima caía en fin de semana, entonces ya era genial, porque toda la familia hacíamos una cadena de trabajo miguera que ríete tu de cualquier fábrica de producción masiva. Mi padre y mi hermana eran la fuerza, ellos cortaban el pan. Mi madre y yo éramos la precisión, cortábamos una los chorizos y pimientos, otra la morcilla y ajos... Mi padre era el chef ejecutivo, el se encargaba de supervisar el trabajo del resto y además el único que sabía darle el toque de humedad exacto al pan. El se encargaba de cocinar finalmente las migas, tostarlas en su justa medida, salarlas en su punto exacto. Nadie más en casa se atrevía a preparar las migas porque él las hacía tan buenas, que realmente, aunque le ayudáramos en todo el proceso, era él quien al final se encargaba de todo.


De mi padre aprendí año tras año, observándolo una y otra vez, cómo se hacían. A él le encantaba enseñarme y poco a poco me iba dando protagonismo hasta el punto de dejarme cocinarlas totalmente. Formábamos un tándem perfecto en la cocina. Creo que mis primeras migas las hice, bajo su supervisión por supuesto, cuando tenía unos 15 años... ya ha llovido (nunca mejor dicho) y creo que a este plato le guardo tanto cariño precisamente por eso, porque me enseñó el mejor.

Ingredientes:

- 1 kilo de pan del día anterior
- 2 chorizos
- 1 morcilla
- 250 gr. de tocino veteado o panceta
- 1 cabeza de ajos
- 4 pimientos verdes de freír
- 1 pastilla de caldo
- sal
- aceite

Preparación:

Cortamos el pan en trozos y lo picamos. Podemos picarlo de forma manual, ayudándonos con un cuchillo bien afilado, o triturarlo con un robot de cocina. Yo por comodidad utilizo esta última opción. Pongo el pan troceado en la Thermomix (o en una picadora) y le doy varios toques de turbo hasta que veo que se ha quedado bien menudito el pan. Reservamos.

A continuación desgranamos la cabeza de ajos y le damos un corte transversal.  Freímos en una perola grande, que es la misma que vamos a utilizar para el resto de ingredientes, con abundante aceite y sin pelar. Cocinamos a fuego lento para que se vayan haciendo bien por dentro sin quemarse, y cuando estén dorados, retiramos y reservamos. Freímos ahora en el mismo aceite los pimientos cortados en tiras anchas. Reservamos.


Quitamos el aceite de freír de la perola, y freímos con poco aceite el tocino. Reservamos. Freímos finalmente el chorizo y la morcilla. Cuanto estén hechos reservamos, dejando en la perola ese aceite que queda rojizo de haber frito el chorizo porque es el que luego le va a dar buen color a las migas.

Ponemos a calentar un vaso de agua donde diluiremos la pastilla de caldo y un poco de sal. Cuando esté templado añadiremos este agua al pan en forma de lluvia, removiendo continuamente para que llegue a todas partes y se humedezcan todas las migas por igual. Tienen que quedar esponjosas, de manera que si ves que han quedado muy secas hay que añadirles un poquito más de agua, poco a poco, sin pasarnos para que luego queden sueltas. Con la práctica se le irá cogiendo el punto exacto a la humedad del pan.


Freímos las migas en la sartén con ese aceite que habíamos reservado. Podemos añadir un poco más de aceite si vemos que nos hemos quedado cortos y se nos están pegando. Removemos continuamente para que el calor se reparta por todo el pan y las migas se vayan haciendo. Añadimos a continuación todos los ingredientes y movemos hasta que queden bien repartidos. Dejamos que se hagan las migas hasta que queden bien tiernas y esponjosas.


Aquí en Málaga es típico comerlas acompañadas de fruta como uvas, melón, naranja o granada. También de pescadito frito, huevos fritos, aceitunas o rabanitos. Como os he dicho al principio también es típico comerlas en días de lluvia, pero la verdad es que esta regla no me apetece nada seguirla de ahora en adelante, jajajaja

Feliz día!!!

jueves, 8 de noviembre de 2012

Bizcocho de Yogurt y Arándanos

Esta semana voy un poquito tarde en mi propósito de publicar cada lunes... pero es que he estado malita. Ya sabes, bajan las temperaturas de un día a otro y es inevitable coger frío, dolor de garganta, fiebre... pero ya estoy recuperada!!! no del todo, pero si lo mínimo para poder coger un ratito el ordenador y postear una nueva receta como esta, de esas que apetecen cuando estás enferma y el frio aprieta.


Es un bizcocho que vi en el blog La alacena de la abuela, y no he tardado nada en hacerlo porque desde que lo ví me enamoró. Sólo he modificado un poquito la receta añadiendo un yogurt extra de más para intensificar el sabor y os puedo asegurar que es el bizcocho más jugoso que he comido en mi vida, tanto es así que lo he hecho dos veces en una semana, ya os podéis imaginar lo que duró el primero, jijijiji.

 
Así que a partir de ahora este se va a convertir en el bizcocho preferido de esta familia, versionado en mil y una formas, solo, con arándanos, con higos, con frutas escarchadas o frutos secos... de cualquier forma estará bueno porque es un bizcocho riquísimo!, Así que sin más os paso la receta, y en serio me gustaría que lo probarais, no me cabe duda de que repetiréis como hice yo.
 
 
Ingredientes:

300 gr. de harina de repostería
2 yogures naturales
4 huevos
240 gr. de azúcar
120 ml de aceite
1 sobre de levadura
1 pizca de sal
1 puñado de arándanos deshidratados

Preparación:

Hidratamos los arándanos en agua templada durante 10 minutos, mientras vamos a  ir preparando la mezcla para el bizcocho. Para ello batimos los huevos en un bol junto con el azúcar, hasta conseguir una masa blanquecina y esponjosa. Añadimos entonces los yogures y el aceite (yo para el aceite utilicé la medida del vasito de yogurt que había utilizado antes). Mezclamos hasta que quede una masa homogénea. A continuación añadimos la harina previamente tamizada, la pizca de sal y la levadura y mezclamos suavemente con una espátula hasta que quede todo bien integrado.



Precalentamos el  horno a 180º mientras preparamos la fruta. Escurrimos los arándanos y los secamos muy bien con ayuda de un papel absorbente. Los enharinamos para que se distribuyan uniformemente por todo el bizcocho y no se vayan al fondo durante la cocción. Una vez pasados por harina, los añadimos a la masa del bizcocho y removemos muy despacio para que queden bien repartidos.

Engrasamos un molde de horno y añadimos la mezcla. Metemos al horno previamente precalentado a 180º durante aproximadamente 45 minutos (el tiempo dependerá mucho del molde que hayáis usado, de manera que lo ideal para calcular el tiempo es pincharlo en su centro con un palito de brocheta y comprobar que sale limpio).

 
Como veréis es un bizcocho de miga húmeda, esponjoso y muy muy tierno, ideal para desayunos y meriendas porque hará las delicias de cualquier miembro de la familia. Yo en esta segunda versión que he preparado (porque ya os digo que la primera voló literalmente ), corté la mitad y la congelé para ver qué tal resultado daba, y no he podido quedar más contenta cuando lo saqué y descongelé, porque el bizcocho estaba como el primer día, tierno, tierno, uuummmmmm, que ricoooooo!!!

 
Aprovecho para deciros que ayer recibí mi AIG!!! estoy feliz como una perdíz de todos los regalitos que me han llegado... este fin de semana aprovecharé para hacerle fotitos y presentaros a mi nueva amiga bloguera!!!
 
Besoteesssss♥