miércoles, 28 de septiembre de 2011

Cous-Cous Marroquí paso a paso y mi amor por Melilla

Ya estoy de vuelta de mis vacaciones... 2 semanas en las que he podido disfrutar de mi marido y de mi bebé al 100%. El tiempo ahora es increíble, no hace el calor bochornoso de Julio y Agosto, pero sigue haciendo la temperatura perfecta para salir y disfrutar de la playa, al menos aquí en Andalucía, Septiembre es uno de los mejores meses para veranear, porque seguimos disfrutando de un tiempo envidiable pero ya sin las aglomeraciones de Agosto que es el mes estival por excelencia.

De todas formas, fijaros que ironía, porque a pesar de disfrutar del buen tiempo, yo soy totalmente chica de invierno. Me gusta el invierno en todos sus sentidos: el frío, las comidas calientes, la ropa de abrigo... Por eso estoy encantada con la llegada del Otoño, que para mi es una de las mejores épocas y el preámbulo ideal para llegada del frío. Cómo me gustaría vivir por el norte, donde llueve más que solea. Me encanta ese momento en el que estás en casita viendo como llueve fuera... cómo las gotitas de agua golpean tu ventana, ese momento no lo cambio por nada!!!

Y como ya empieza a refrescar un poco por las noches (sólo un poquito de nada), y para inaugurar el Otoño, quería traeros una receta que encaja muy bien en esta estación, se trata del Cous-Cous Marroquí, o cous-cosus de verduras con fotos paso a paso, me he enganchado al final a los paso a paso jo jo joooo!!!. Esta receta me trae muy buenos recuerdos, me lleva a la que siento mi tierra adoptiva, donde aprendí a hacerla y donde pasé buena parte de mi adolescencia. Cuando ascendieron a mi padre y lo destinaron a Melilla ni siquiera sabía dónde estaba en el mapa. Y ahora no soy capaz de olvidarme de ella, ni quiero, que allí tengo a mis mejores amigos que siento como si fueran mi familia.

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La cercanía geográfica a Marruecos, convierte a Melilla en el lugar ideal para introducir lo mejor de su gastronomía, y yo bien empeño que puse los años que viví allí, de empaparme de sus platos típicos, así que hoy estoy doblemente contenta: por un lado una receta que me encanta enseñaros, y por otro, el preámbulo de mi estación favorita.

Allá vamos!!!

Ingredientes:
500 gr. de ternera
3 cebollas
500 gr. calabaza
3 tomates
1 calabacín grande
1 col pequeña
8 zanahorias
4 tomates
1 ramillete de cilantro
1 puñadito de pasas sultanas sin hueso
Especies morunas
1 paquete de cous-cous
agua/sal/aceite
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Antes de comenzar con la preparación, me gustaría hacer una puntualización sobre la carne. Yo utilizo siempre de ternera porque no me gusta la de cordero, pero su receta originalmente va con este tipo de carne. Otra cosa donde me hicieron mucho hincapié, es que la carne tiene que ser de muy buena calidad. Pero ahora bien, de buena calidad pero preferiblemente con alguna veta o nervio de por medio porque esto beneficia al guiso (la carne va a llevar mucho tiempo de cocción, y una vetita entre medio hará la función perfecta para que no se desmigue la carne).

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Preparación:

Tenemos que tener en cuenta que esta preparación se resume básicamente en 3 partes: primero la carne, después las verduras, y por último el cous cous. Vamos a empezar!!!

Preparamos la carne cortándola en trozos medianos, y sazonamos.

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En una olla ponemos a calentar un poco de aceite, cuando esté muy caliente, ponemos la carne y la dejamos dorar unos minutos para sellarla.

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Mientras tanto, cortamos una cebolla y el ramillete de cilantro en trocitos pequeños. La función del cilantro en ésta receta es importantísimo, le da un sabor sinigual.

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Cuando tenemos las carne bien doradita, añadimos la cebolla y el cilantro junto con una cucharada de especia moruna (Hay que ser generoso con esta especia, su sabor es la esencia de este plato). Yo normalmente tengo en casa siempre especia moruna que viene directamente de Marruecos, me la traen amigos que viven allí y vienen de viaje a Málaga, pero podéis encontrarla fácilmente en el Corte Ingles o en Carrefour. Si no, una alternativa muy buena es usar cúrcuma junto con una cucharadita de jengibre molido y otra de pimienta.

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Removemos todo muy bien y añadimos al menos 1 litro de agua (que estaremos vigilando continuamente y añadiendo más agua si nos empieza a escasear). Dejamos hervir a fuego medio durante al menos una hora (si es hora y media mejor), hasta que el agua se haya consumido prácticamente toda, la carne esté súper tierna y tenga una consistencia cremosa, pero haya mantenido su forma. Este es el aspecto una vez cocinada.

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En la misma olla, donde nos quedará el jugo de la carne, añadimos todas las verduras de una vez, cortadas en trozos más o menos grandes, a excepción de los tomates, que picaremos muy fino. Pondremos en la parte del fondo las verduras más duras, col, cebolla y zanahoria, en medio la calabaza y encima del todo el calabacín (también podéis añadir nabo si os gusta su sabor). Añadiremos otra cucharada de especia moruna y por ultimo regaremos todo de agua hasta cubrir. Sazonamos, y ponemos a hervir con la tapa de la olla hasta que las verduras estén tiernas (aproximadamente 20 minutos).

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Ya tenemos listo el guiso, ahora sólo nos queda añadir las pasitas sultanas y dejar que reposen con el carlor que mantiene la olla para que se hidraten y se hinchen.

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Ya sólo nos queda preparar la tercera parte de nuestro plato, que es el ingrediente estrella. Que me perdonen los eruditos del cous-cous, porque originalmente la forma de prepararlo es al vapor, aprovechando el tiempo de cocción de la carne, se pone encima una vaporera y el cous-cous se va impregnando de todo el aroma y se va hinchando, pero a mi me parece muy engorroso estar la hora y media que dura la cocción moviendo continuamente la vaporera para que todo vaya cogiendo la humedad perfecta (tan sólo una vez lo hice así y hubo algunos granitos que no se mojaron y quedaron duros) por eso siempre hago lo hago de la forma que indica el fabricante y queda riquíiiiiisimo!!!.

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Yo utilizo la marca Gallo que me resulta muy bueno y la preparación es muy sencillita aunque muy especial en el tiempo porque no podemos dejarlo reposar mas de 3 minutos, si nos pasamos de este tiempo no nos valdrá.

En medio litro de agua, ponemos una cucharada de aceite y un poco de sal. Dejamos hervir. Retiramos del fuego y añadimos nuestro cous-cous. Le damos un golpe de movimiento a la olla para que se aplane y dejamos reposar 2 minutos. Pasado este tiempo (como veréis en la foto de abajo) ya habrá chupado todo el agua y se habrá hinchado un poquito. Mi recomendación es que en el minuto 3 (de reloj) empecéis a mover una y otra vez, en todas las direcciones, con un tenedor para que se vaya despegando todo hasta que quede muy suelto.

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El cous-cous es un poco especial, tiene que quedar muy suelto para que realmente quede fino al gusto. Para conseguir esa soltura en los granos hay que estar muy pendiente y no dejarlo reposar en demasía (si no, se nos pegará formando bolas muy desagradables al gusto). Fijaros en la foto como los granos caen independientes, esa es la textura de un cous-cous bien conseguido!!!

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Ahora sólo nos queda presentarlo!!. Yo normalmente lo hago en una couscousera hecha a mano que compré en una orfebrería de Marruecos. Hago un volcán con el cous-cous, y coloco en el centro la carne. Al rededor del volcán las verduras y luego lo riego todo con el caldo de las verduras y la carne.

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Espero os haya gustado, es una receta muy laboriosa, con mucho tiempo, pero que preparada con cariño y dedicación queda riquísima!!!. Es uno de mis platos preferidos, y uno de los antojos más demandados en mi embarazo!!

Feliz semana!!!

domingo, 18 de septiembre de 2011

Limosneras de berenjena

Ayyy... esta semanita de vacaciones estoy disfrutando de lo lindo, haciendo muchas cositas y experimentando con recetas que llevaba mucho tiempo queriendo hacer, pero que por falta de tiempo no he podido. Es el caso de la ensaimada que tengo ahora mismo fermentando en la cocina, pero bueno, esa os la enseñaré más adelante, y si sale bien y está digna de presentación, que si no, la dejo en el cajón desastre.

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En fin, que aún me queda una semanita más de vacaciones para volver a la dura realidad laboral, mientras experimento o no, os dejo con este plato que espero os guste mucho, mucho!!

Cuando vi por primera vez esta receta en la revista Cocina Mía, enseguida supe que la iba a versionar un poco a mi manera. Y estoy más que contenta con el resultado. En su versión original el pato va macerado en brandy, pero como yo no soy de mucho alcohol, pensé que caramelizar el foie podría ser todo un acierto, y como en casa somos muy de contrastes entre dulce y salado, sabía que este cambio no podía fallar.

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Y madre mía si no falló, en un plis plas el plato quedó vacío. Por eso os recomiendo hacer estas limosneras desde ya por varios motivos: porque estamos en temporada de berenjenas y encontrareis en el mercado muy buenos ejemplares, firmes, lisos y brillantes, porque es una receta super rapidita y fácil de hacer y porque queda de lo más resultona y si me apuras, hasta creo que puede ser un aperitivo sacado de la más alta cocina.

Bueno, pues vamos con la receta, que espero os animeis y verla en algun que otro blog. A ver si me dais la alegría de inspirar algun cocinillas!!!

Ingredientes:
3 berenjenas alargadas
200gr. de foie de pato
azúcar moreno
Aceite
Sal

Preparación:
Cortamos las berenjenas en lonchas finitas a lo largo, yo lo hice a mano, pero podéis utilizar algún cortador especial para loncheado y seguro que quedará mucho mejor.

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Las ponemos en un plato en forma de abanico y sazonamos. Con esto conseguiremos que suelten todo su amargor. Reservamos.

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Mientras tanto, vamos cortando el foie de pato.

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Primero en sentido vertical, y luego horizontal, haciendo trozos cuadrados del mismo tamaño mas o menos.
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En un bol, ponemos el azúcar moreno y vamos rebozando cada trocito hasta cubrirlo por completo y reservamos.

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En este momento ya tenemos preparados todos los ingredientes y sólo están a falta de ser cocinados.

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Una vez tengamos esto, volvemos a nuestras berenjenas, que ya habrán sudado gracias a la sal(nos fijamos en que han creado gotitas de agua en su superficie). Estas gotitas las quitaremos con un papel de cocina absorvente, para quitarle el sabor amargo de la berenjena.

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En una plancha o sartén antiadherente, previamente untada de aceite, vamos dorando cada loncha y reservamos.

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Este es el aspecto que deben tener las berenjenas una vez cocinadas. No deben estar crudas, pero tampoco muy hechas, ya que si nos pasamos en el punto de cocción no aguantarán bien para montarlas. Yo las dejé hacer un par de minutos por cada cara, pero esto dependerá del grosor que le hayais dado al cortarlas.

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Ahora le toca el turno al foie de pato, que aprovechando la misma sartén y el calor que ya ha cogido, ponemos a caramelizar, y en apenas un minuto ya vemos como el azúcar empieza a burbujear. Es el momento de retirarlo, ya que no nos interesa que se queme.

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Una vez lo tengamos todo cocinado, y aun caliente, montamos nuestras limosneras. Para ello, disponemos en un plato dos lonchas en forma de cruz.

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Colocamos encima un trocito de foie de pato caramelizado y cerramos con ayuda de un palillo o una minibrochetita.

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Y listo!!!, ahora solo queda montar nuestras limosneras en un plato bonito, decorar con un poco de azúcar moreno y listo!!!

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P.D: al final me voy a enganchar a los "paso a paso" ya vereis!!!

domingo, 11 de septiembre de 2011

Galletas Camafeo de Chocolate

Hoy os traigo unas galletitas camafeo que hice el viernes con mucho cariño para regalárselas a Nieves, la mamá de mi amiga África, que el sábado cumplía años, así que pensé en alguna idea que fuese original, pero también que fuese elegante y delicada.

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Visité algunas tiendas online de repostería para conseguir algún cortador de galletas que reuniese estas tres condiciones, y me encontré con Chic Cookies, donde me atendió muy amablemente Isabel Landete, que enseguida recibió mi pedido se puso en contacto conmigo y al día siguiente, ya tenía estos moldes camafeo en casita, que me tienen absolutamente enamorada!!! ¿¿¿nos os parecen que son preciooooosoooos???

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Las galletas las hice siguiendo la receta de Bea, del Rincon de Bea, que os recomiendo visiteis porque tiene un paso a paso con consejos muy bueno. Utilicé esta receta, sobre todo, porque me parece una masa muy fácil de trabajar, pero le hice dos pequeños cambios, que fueron añadir 50 gr. de chocolate de cobertura Nestlé y eliminar la esencia, porque el chocolate puro ya le iba a dar el suficiente sabor y aroma. Las hice de chocolate básicamente porque quería que la base del camafeo fuera oscurita para que resaltase más la pastilla de chocolate blanco y negro.

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Y ahora vamos con la receta, que es facilita, pero requiere de bastante tiempo, así que armaros de paciencia si alguien se anima a hacerlas!!!, ya sabéis que la paciencia es fundamental a la hora de trabajar con dulces.

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Ingredientes:

Para la masa


250 gr. mantequilla a temperatura ambiente
250 gr. azúcar glass
1 huevo XL a temperatura ambiente
650 gr. harina tamizada
1 chorrito de leche para ligar la masa
50 gr. de chocolate de cobertura

Para el pastillaje y la decoración:

Chocolate de cobertura (o chocolate con leche)
Chocolate blanco
1 clara de huevo
200 gr. de azucar glass
colorante alimenticio rosa

Preparación:

Batimos la mantequilla que tendremos a temperatura ambiente durante unos minutos. Cuando veamos que adquiere una textura cremosa, vamos añadiendo el azúcar glass poco a poco y batimos hasta que la tengamos perfectamente integrada, la masa haya blanqueado, aumentado ligeramente su volumen y tenga una textura esponjosa.

En este momento añadimos el chocolate derretido previamente en el microondas (que no esté demasiado caliente), y añadiremos también el huevo, ligeramente batido hasta que quede integrado. A continuación, iremos añadiendo la harina poco a poco, sin dejar de batir, y mezclandola muy bien con el resto de ingredientes. Cuando estemos llegando casi al final de la harina, la masa empezará a desmigarse un poquito y tendremos que añadirle una o dos cucharas de leche, más o menos hasta que veáis que la masa vuelve a tener consistencia. Si nos pasamos con la cantidad de leche y nos quedase una masa muy blandita, podremos corregirlo añadiendo un poquito más de harina.

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Ya tenemos nuestra masa lista. La cortamos en varias porciones. Estiramos una porción entre dos papeles de hornear y la metemos en el frigorífico para que la masa endurezca un poco y sea más fácil cortarla con el cortapastas. En esta receta, además de usar mi cortador oval, utilicé los minicortadores que compré en La Casita Dulce de las Flores (podéis verlos aquí) para hacerle una especie de filigrana a la galleta a unos 3 milímetros del borde. Yo normalmente la dejo enfriar entorno a las 4 horas. En esta ocasión sólo utilicé un trozo de masa porque me bastaba con una serie de 10 galletas, pero si os sobra masa podéis congelarla y utilizarla más adelante, queda igual de deliciosa.
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Cuando ya tenemos nuestras galletas cortadas y puestas sobre la bandeja de horno, las reservamos en el frigorífico nuevamente para que no pierdan forma con el calor del ambiente. Precalentamos el horno a 180º y cuando ya esté calentito, metemos nuestras galletitas durante 12-15 minutos aproximadamente (esto dependerá de cada horno, así que es recomendable que en torno al minuto 10 estéis pendientes para que no se tuesten). Una vez estén hechas, las sacamos, las dejamos enfriar unos minutos en la misma bandeja y luego pasamos a una rejilla hasta que se enfrien totalmente, y pasada una hora ya podemos meterla en una latita para protegerlas del ambiente, no cojan humedad y conserven el crujiente hasta que las decoremos.

Durante las 4 horas que tuve la masa en el frigorífico, preparé el pastillaje y la glasa real para la decoración. Todo bien fácil, el pastillaje solo derretir el chocolate al baño maría o en el microondas (a potencia media) con cuidado de que no se queme porque se desmigará y endurecerá y una vez quede liquido y cremoso, vamos añadiendo al molde.

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La glasa real, muy facilita también. Batimos la clara de un huevo y vamos añadiendo el azúcar glass tamizada poco a poco hasta que quede con la misma consistencia que la glasa que preparamos para delinear (esto es, unos 200 gr. de azucar aprox.)

Cuando ya tenemos el pastillaje endurecido, la galleta bien fría y la glasa real preparada, sólo queda montarla. Yo utilicé la misma glasa de la decoración para pegar el camafeo de chocolate a la galleta, delineé el pastilleje en algunas galletas y en otras lo punteé. Y luego, para darle un aspecto de colgantito, le puse unas cintas de raso rosa. Creo que quedaron muy lindas así.




Para terminarla, las metí en una bolsita de celofán y cerré con unos lazos de puntillita (simulando un poco la decoración vintaje que suelen llevar los camafeos) y lo metí todo en una bolsita que hice yo misma utilizando papel negro, una pegatina dorada y reciclando las cintas del asa de una bolsita comercial que tenia en casa.

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Y voiláaaa, un regalo especial para una mamá muy especial y que le tengo un cariño que ni se imagina.

Espero os haya gustado, y a Nieves mucho más!!!


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domingo, 4 de septiembre de 2011

Tomate confitado con pesto de pipas y un gran concurso

Llevaba tiempo queriendo hacer una receta que no tuviera ni carne ni pescado para participar en el concurso que está organizando Elena Zulueta, del blog cuatro especias, que desde ya os recomiendo que visitéis porque es de lo mejor que hay por la blogesfera gastronómica, y porque además de interesante, detrás de él se esconde una gran persona. Desde el minuto uno que vi su blog congenié con su forma de explicar la vida.

Así que después de mirar y remirar, de inspirarme y de probar cositas, dí con la receta perfecta para presentar al concurso, unos tomates confitados con pesto de pipas.

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La idea de esta receta la he cogido de una de mis revistas de cocina, pero la he modificado a mi gusto y también al gusto de mi bolsillo, porque en realidad el pesto original era de piñones, pero cuando fui al super a por ellos, y después de comprobar, varias veces -porque no me lo creía-, su precio, no pude más que rechazar el ingrediente, que no la idea.

Resulta que un botecito de apenas 40 gr. de piñones estaba a 6.45 euros. ¿¿Cóooomoooo??, ¿SEIS EUROS Y PICO POR UN PUÑADO DE PIÑONES?. Me niego a pagar ese dinero, sobre todo porque necesitaría dos botes para elaborar mi receta, así que, como no quería deshacerme de la idea de un pesto original, estuve pensando en cómo sustituir los piñones, y se me ocurrió que unas pipas harían el trabajo perfectamente.

Y la idea no pudo ser más acertada, porque unos 100gr. de pipas apenas me costó 40 céntimos y el sabor es super agradable, en casa ha sido todo un éxito y mi marido ya quiere pesto de pipas para acompañar todas las comidas.

Eso sí, recomiendo que las pipas sean de buena calidad. Yo las compré a granel en una de esas tiendas que venden encurtidos y golosinas. Son grandecitas, están muy enteras y no tienen sal en exeso (todo lo contrario a las pipas peladas que encontramos empaquetadas en los kioskos, que normalmente vienen machacadas y con mucha sal). Fijaros como no exagero, y en la pinta tan apetitosa que tienen estas pipas...

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La receta es riquísima, no dudéis en probarla porque os sorprenderá. El plato tiene unos colores brillantes que te cautivan, el aroma a albahaca es espectacular y el sabor intenso del queso rompe con el sabor dulce del tomate confitado. Un manjar para cualquier paladar exigente.

Ingredientes:

Para los tomates 4 tomates
50gr. azúcar
50gr. agua
25 gr. vinagre de vino blanco
sal

Para el pesto 100gr. pipas peladas
1 diente de ajo
200gr. aceite girarol
200gr. aceite oliva suave
50gr.. queso viejo de oveja
25gr. hojas frescas de albahaca

Para la decoración unas hojas de albahaca
100gr. de queso viejo de oveja

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Preparación:

Ponemos agua a hervir y con una puntilla le damos dos cortes muy superficiales en forma de cruz a los tomates. Cuando el agua esté hirviendo, para que conserve todo el color, lo introducimos y los dejamos escaldar unos minutos, hasta que veamos que la piel se ha empezado a desprender un poquito de la carne (unos 5-7 minutos aproximadamente).

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Este es el aspecto que tienen que tener los tomates cuando los sacamos del agua, firmes y enteros, pero con la piel rota para poder quitarla facilmente.


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Mientras dejamos enfriar un poco los tomates, preparamos el almíbar con el azúcar, el vinagre y el agua, dejándola hervir hasta que alcance un punto de hebra fuerte (si quereis saber cómo se elabora un almíbar con punto de hebra fuerte, no os podéis perder el vídeo explicativo que nos deja Carmen, del blog caprichos de cocina, aquí).

Pelamos los tomates y, con ayuda de una brocha, los pintamos con el almíbar, sazonamos un poquito y colocamos en una placa de horno.

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Los metemos al horno durante 45 minutos a 150º. Una vez horneados, reservamos a temperatura ambiente.

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Para elaborar el pesto, ponemos un puñado de pipas peladas (100gr. aprox.) en un mortero, junto con un diente de ajo y machacamos a conciencia el ajo y un poco las pipas (a mi no me gusta triturar totalemente las pipas, porque me resulta muy agradable luego encontrarme algun trocito).

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Cuando tengamos machacado el ajo y las pipas añadimos las hojas de albahaca y trituramos.

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Esta es la textura que debemos tener hasta el momento...

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¿veis como quedan trocitos de pipas un poco enteros aún?. Normalmente lo que hago es que aparto a un lado del mortero lo que no quiero que se rompa mucho y machaco las hojas de albahaca en el otro lado, pero logicamente, hay trozos que se escapan, se trituran, se mezclan y dan rienda suelta al sabor y a la textura, sin dejar de quedar algun que otro trocito para que se note y se pueda masticar.

Añadimos entonces el queso viejo de oveja en trocitos y trituramos.

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Ya tenemos casi listo nuestro pesto de pipas, hemos ido triturando poco a poco, mezclando sabores y consiguiendo diferentes texturas. Con el queso hago lo mismo, me dejo alguna que otra migaja para que se deshaga en la boca, es un placer para el gusto!!!

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Ahora solo queda añadir el aceite de oliva en hilo para emulsionar bien el conjunto y conseguir una salda de pesto fluida.

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Ya tenemos nuestro pesto de pipas hecho, os aseguro que conforme iba haciendolo mis papilas gustativas no dejaban de salivar, qué aroma había en toda la cocina a albahaca... es indescriptible!!!

Reservamos el pesto y rallamos el queso de oveja. Es importante que sea un queso viejo o curado, para resaltar e intensificar el sabor dulzón de los tomates confitados. Además, al ser un queso muy poco graso, rallarlo es super fácil, no se pega y queda muy suelto.

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Ya tenemos nuestra receta lista, sólo nos queda emplatar. Para ello, ponemos en un plato llano un poco de pesto, sobre éste un tomate y luego, de manera ornedada, un poco de queso rallado, coronando el tomate y haciendo que caiga por un lado y moje con el pesto.

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El plato se puede servir frío o tibio, aunque yo recomiendo tibio, es como nosotros lo comimos en casa y estaba... mmmmmmmmm!!!!!. Tuvo un éxito buenisimo, es una de esas recetas que sabes que vas a hacer cuando tengas invitados a los que impresionar, porque estaba realmente delicioso!!!

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Espero que os haya gustado la receta y disculpad si la entrada os ha resultado algo larga por el paso a paso, no sabeis la de quebraderos de cabeza que me dio hacerla, es un lío tremendo estar cocinando y pararse a mitad para hacer una fotografía medio digna. Ahora admiro mucho mas los "paso a paso" de otros compis bloguers y a partir de ahora los valoraré hasta el infinito (y más allaaaaá!!!).